El Nuevo Amanecer de Querétaro circuló entre el 21 de mayo de 1990 y el 2 de septiembre de 1998. Esta publicación impresa, tamaño tabloide y periodicidad semanal, con aparición los días lunes, comprendió 413 ediciones, con un total de 7 mil 464 páginas.
Incluyó 34 ediciones de Amanecer Cultural, suplemento dedicado a la cultura, entre septiembre de 1991 y septiembre de 1994.
Asimismo, contó con secciones formales en tres municipios de la región: San José Iturbide, con 82 ediciones, que circularon entre el 28 de octubre de 1991 y el 7 de junio de 1993; San Juan del Río, 308 ediciones, entre el 13 de enero de 1992 y el 20 de julio de 1998, así como Tequisquiapan, 17 ediciones, entre el 13 de febrero y el 26 de junio de 1995.
Adicionalmente, se publicaron siete separatas de temáticas variadas: procesos electorales, pueblos originarios, de salud y cultura, asociadas a coyunturas y efemérides.
Constan en cada edición los nombres de los reporteros, articulistas, fotógrafos y moneros que en sus distintas etapas nutrieron su contenido, así como las personas que colaboraron en las tareas de edición, administración y circulación. Y constan, en todo esplendor, los errores de forma y de fondo: los ortográficos y los de apreciación, que corresponden al tráfago de la prisa del cierre y del calor de los acontecimientos.
Agotado el proyecto, y anhelando que fuera sólo una gripa, en la edición de cierre, del 2 de septiembre de 1998, nos despedimos con la peregrina idea de volver: nos imaginamos en un puente hacia una nueva época editorial. “No sabemos cuánto tiempo consumirá la pausa que se abre”, dijimos en ese adiós. Volver a esos papeles viejos, exhumarlos y lanzarlos al océano cibernético es nuestra manera de darle sepultura a este difuntito que se quedó colgado en el puente.
La digitalización de la publicación, a casi tres décadas de haber iniciado su circulación, fue iniciativa de Abelardo Rodríguez Macías y corrió a cargo de él mismo y de Mirtha Urbina Villagómez, con el apoyo de Emilio Losada Fernández. Fiel a sus orígenes, el trabajo fue costeado de manera colectiva, con aportaciones voluntarias de antiguos colaboradores y actuales aliados naturales, dada su simpatía con su línea editorial. En la revisión e integración definitiva, se contó con la participación de Luis Durán y la coordinación de Efraín Mendoza Zaragoza.
A cada archivo en formato pdf le ha sido asignada una denominación que contiene información para identificar la edición, el número de la edición del semanario (y, en su caso, el número de cada sección en particular), así como la fecha de aparición del impreso.
Para dar fluidez a la consulta de estas colecciones, se ha procurado aportar información que alerte al navegante de errores y contingencias, incluso negligencias editoriales, que originaron numeración y fechamientos incorrectos. Al indicar la numeración y fechamiento que debieron corresponder, se tiene presente la pertinencia de ubicar la cobertura informativa y el análisis en su debido contexto, así como evitar alguna confusión al lector de nuestros días.
En la primera carpeta aparece el conjunto de ediciones tal como llegaron esos papeles a las manos de sus lectores, incluyendo el suplemento cultural, las secciones municipales y las separatas que se hubiesen integrado. En las cinco carpetas siguientes se desagregan las publicaciones secundarias.
En el impreso la secuencia numérica del semanario alcanzó hasta el número 417. Aparecieron tres “números dobles” (22-23, 108-109 y 217-218), dos números no existieron (38 y 274), aunque los períodos a los que habrían correspondido sí están cubiertos, y una edición apareció como “bis” por repetición del número asignado (289). De modo que si a la numeración final restamos los tres números dobles y los dos inexistentes, y añadimos el bis, arroja un total de 413 impresos efectivos.
En otros casos se asentó un dato incorrecto: la portada de la edición 52, por ejemplo, está fechada el 12 de mayo de 1991, aunque en interiores la fecha aparece correctamente, 13 de mayo. La edición 17, del 10 de septiembre de 1990, apareció fechada con 9 de septiembre. Asimismo, se editaron dos publicaciones marcadas con el número 125. La correcta está fechada el 5 de octubre de 1992. La otra, además del error de numeración, pues debió serle asignado el 126, circuló con un error de fecha: siendo que correspondió al 12 de octubre de 1992, apareció como 12 de agosto de 1992. El suplemento publicado en esa edición, dedicado a los indios en Querétaro, apareció fechado correctamente.
En otros casos con errores, para su ordenación se privilegió el criterio cronológico. Así, en la denominación del archivo se asigna el número que cronológicamente debió serle asignado y en corchetes [000] el número con el que circuló el impreso. Es el caso de la edición del 19 de junio de 1995, que apareció como 264, debiendo corresponderle el número 263. O la 275, del 18 de septiembre de 1995, que le habría correspondido el número 274. También la 289, que de conformidad con la secuencia cronológica, debió ser numerada con el 287. En este caso, no se omiten ediciones, el equívoco radica en la numeración. Al 357, del 26 de mayo de 1997, debió corresponderle el 358. La edición del 29 de septiembre de 1997 se imprimió con el número 370, debiendo corresponderle el 376, como puede confirmarse en las páginas interiores.
En el caso de la sección de San Juan del Río, la edición del 24 de agosto de 1992 apareció numerada con 31, debiendo corresponderle el 32; la 38, correspondiente al 12 de agosto de 1992, apareció como 125; la 42 apareció con 41; la 52 con 63; la 79 con 78 y la 86 con 85. De igual manera, la edición 118 apareció fechada como 9 de mayo de 1994, siendo lo correcto 16 de mayo, como aparece consignado en la edición ordinaria. En las últimas tres ediciones de diciembre de 1994, la primera de enero de 1995, así como la última de febrero, las cuatro de marzo y las dos primeras de abril de 1995, contienen errores de numeración: para efectos de guardar la secuencia cronológica, el archivo digital ha sido denominado con la fecha y numeración en la secuencia correcta. Bajo el mismo criterio indicado en el párrafo precedente, en corchetes se indica el número con el cual circuló la edición. La sección de San Juan del Río aparece con numeración propia hasta el número 217, correspondiente a la edición 312 del semanario (10 de junio de 1996), y a partir de la semana siguiente dejó de numerarse.
Por cuanto hace a la sección de Tequisquiapan, puede advertirse que faltan las publicaciones del 24 de abril y del 12 y 19 de junio de 1995, en razón de que en tales fechas no apareció tal sección en el semanario.
Al poner al alcance del público amplio el archivo completo de esta travesía editorial, gracias a las nuevas tecnologías de la comunicación, recuperamos aquí un repaso:
Por Abelardo Rodríguez Macías
El Nuevo Amanecer de Querétaro documentó en sus páginas, siempre a contracorriente, el cambio de época que se vivió en la década de los noventa del siglo XX, que modificó profundamente la historia mundial, nacional y queretana, como la caída del muro de Berlín y con ella el colapso de un sueño llamado socialismo. También recogió las secuelas del fraude electoral de 1988 en México, que se vivieron como una herida abierta por mucho tiempo, y que aparecían como una sombra en casi todos los análisis políticos vertidos en sus páginas durante los casi nueve años de su existencia.
En esos mismos años, en Querétaro el PRI todavía arrasaba rutinariamente en todas las elecciones y como apertura democrática se realizaba el histórico concierto de Rod Stewart y la no menos novedosa asunción, en el estadio Corregidora, de Mario de Gasperín como cabeza local de una Iglesia que salía del clóset de la oposición política y empezaba a acompañar a las fuerzas políticas en el poder, particularmente al PAN.
El Nuevo Amanecer se cocinaba en una casa muy queretana de la calle de Guerrero, una fila de cuartos, de paredes polvosas por la humedad y los años, caliente en verano y una congeladora en invierno, que estaba casi esquina con el río, en la mítica frontera entre el centro histórico y “la otra banda”. El costo inicial del ejemplar fue de mil 200 pesos, pues salió a la luz pública antes de que le quitaran al peso los tres ceros que arrastraba desde la década “perdida” de los ochenta, marcada por la caída de los precios del petróleo.
Una década tocada por el fin del movimiento estudiantil queretano, emanado del 68, marcado por la represión a toletazos y gases lacrimógenos que en 1980 aplicó a los estudiantes normalistas el gobernador Rafael Camacho Guzmán, ese mismo que dijo: “En Querétaro el único que hace política soy yo”. Y por el temblor de 1985 que propició la salida de miles de capitalinos del Distrito Federal, hoy Ciudad de México, y que dio pauta a una reacción en la franja matriotera del país en contra de la “invasión chilanga”. Reacción también recogida en las páginas del semanario durante el coloquio sobre la queretanidad que organizó la recién creada Escuela de Sociología de la Universidad Autónoma de Querétaro.
El primer editorial del semanario rezaba en su encabezado: “Nacer en primavera”, otra metáfora rebosante de entusiasmo que mostraba el optimismo juvenil de sus hacedores, y exponía su acta de nacimiento: “Damos el primer paso en la realización de un proyecto periodístico surgido de críticas y aleccionadoras circunstancias, de un esfuerzo colectivo muy modesto y del serio convencimiento de que el Querétaro de hoy está urgido de espacios de expresión que den cuenta de la pluralidad social, de la pluralidad del pensamiento y que, sobre todo, se ofrezcan como tribunas para amplios sectores de la población que tienen derecho a hacer oír su voz”. Se vivían los últimos momentos del llamado régimen de partido único, de verdad única, de periodismo único. El nuevo semanario rompió el viejo y rancio monopolio de la prensa queretana. Las dos empresas que publicaban diarios en la ciudad se encargaron de liquidar cualquier intento de competencia, vía boicot, sabotaje, intriga, palancas políticas y poder económico.
Hay que aclararlo, no nos mueve la nostalgia, lo que nos atosiga es la canija necesidad (y también la canija necedad) de la memoria. En una época en que el paisaje mediático estaba dominado por dos diarios, El Nuevo Amanecer de Querétaro retomaría puntualmente esta práctica de un periodismo identificado con los movimientos sociales, aportando dos cosas más hasta entonces inexistentes: la crítica política y la investigación periodística de largo aliento. También documentó la alternancia política en el estado, iniciada en San Juan del Río, y concluyó su quehacer editorial a casi un año del inicio de la primera administración estatal de oposición que puso fin al “carro completo” del PRI que por décadas caracterizó al país.
Tiempos en que los poetas queretanos participaban en la política. Tiempos de multipartidismo incipiente. Tiempos del recién creado Partido de la Revolución Democrática, construido sobre la base del Frente Democrático Nacional, movimiento que llevó a Cuauhtémoc Cárdenas a disputar la presidencia de la República en 1988. Tiempos de grandes reformas electorales, de la creación del Instituto Federal Electoral y el Instituto Electoral de Querétaro. Tiempos de grandes expectativas sobre la democracia, expectativas pulverizadas veinte años después.
El semanario también fue testigo de la politización que provocó en los indígenas mexicanos la celebración del quinto centenario de la llegada de los europeos a América. Daría cuenta de la irrupción del levantamiento zapatista, que volvió a poner en la agenda política del Estado y en el imaginario político de la sociedad mexicana a los pueblos originarios de México, olvidados por el resto del país. 1994, condensación del siglo XX mexicano. Una guerrilla que se metió a la selva antes de la caída del muro de Berlín y que salió de manera espectacular el mismo día que entraba en vigor el tratado de libre comercio de Norteamérica.
El empobrecimiento generalizado que generaron luchas de resistencia como la de El Barzón, que se levantó contra ese monumental despojo llamado Fobaproa y que ahora ya nadie recuerda, aunque sigamos pagando y seguirán pagando nuestros hijos y nietos, esa deuda monstruosa que cobra intereses sobre intereses, el llamado anatocismo. Crisis que marcaba la nueva lógica del capitalismo sin contrapesos, que conocimos como la era neoliberal. Tiempos que corrían vertiginosos, que devoraban viejas certidumbres.
Tiempos del agua milagrosa de Tlacote que nos remitió a las leyendas populares de los grandes sanadores como el santo Niño Fidencio o a la Santa de Caborca. Tiempos de la campaña contra el rock satánico, encabezada por el entonces subdirector de seguridad pública, quien además regenteaba una clínica de rehabilitación para alcohólicos en donde hubo pacientes asesinados por los golpes que a manera de terapia les recetaron enfermeros con más facha de policías judiciales que de especialistas de la salud. Tiempos de la pandemia del sida, que desató una pandemia peor: la de los turbios prejuicios de la sociedad queretana.
Está documentado, pues, la génesis y el fulgor de la alternancia electoral en Querétaro. A través de sus páginas se puede seguir la ruta de este proceso histórico. Desde el primer alcalde panista en el estado, en 1991 en San Juan del Río, hasta el inesperado triunfo de Ignacio Loyola Vera en 1997, primer gobernador no priísta en el agonizante siglo veinte queretano. En sus páginas se pueden seguir los episodios de la confrontación entre el nuevo gobernante y la Universidad Autónoma de Querétaro, que caló fuerte en la sociedad queretana.
También fue testigo de cambios culturales y artísticos: la llegada de la Filarmónica de Guanajuato, dirigida por Sergio Cárdenas, que pasó a convertirse en la Orquesta Filarmónica de Querétaro. También el arribo de, quizá, la última gran compañía de danza contemporánea, el Ballet Nacional de Guillermina Bravo y su Colegio Nacional de Danza Contemporánea, semillero fundamental y gran formador de bailarinas y bailarines; de la Compañía Universitaria de Repertorio y la polémica desatada por su director.
La publicación de poemas siempre fue una constante en el periódico, antes y después de la aparición del suplemento cultural, que documentó el ambiente intelectual y artístico de la ciudad y su trama con los hitos, intereses, gustos, problemática y debates en torno a la cultura.
Las caricaturas políticas también fueron otra constante, siendo notables las del maestro Jesús Águila Herrera, reconocido acuarelista queretano.
El Nuevo Amanecer fue una empresa colectiva, una praxis sui generis e irrepetible, producto de sus circunstancias históricas, respuesta social a una necesidad política urgente. En esta empresa, tomando esta palabra en su sentido original de aventura, no fue el lucro económico o político lo que movió sus velas en el mar de los sargazos coyunturales u oportunistas, como sucedió y volvería suceder en la gran y pequeña prensa queretana moderna, siempre ávida de recolectar apoyos gubernamentales y privados para funcionar como negocio, ofreciendo a cambio tratos preferenciales y zalamería oficial.
Al semanario lo hicieron, y lo hicimos, todos y todas: director, reporteros, diseñadores, columnistas, lectores, colaboradores frecuentes y espontáneos, movimientos sociales, militantes políticos, universitarias y hasta los detractores y adversarios. Fue un periódico de izquierda no militante ni revolucionaria, una izquierda universitaria y reformista, que apostó por la democracia en Querétaro.
Y fue bajo esta bandera democrática que confluyeron hombres y mujeres de diferentes ideologías y posturas políticas. Desde exguerrilleros hasta panistas notables; desde perredistas y cardenistas hasta admiradores de Octavio Paz y Enrique Krauze; desde feministas a favor de la despenalización del aborto hasta antiabortistas católicos y socialistas; desde intelectuales queretanos de probado raigambre hasta intelectuales de paso por Querétaro; desde rockeros proletarios hasta críticos de cine; desde investigadores de la élite académica hasta historiadores populares; desde escritores minimalistas y albureros hasta poetas de oficio.
Pero insistimos, no nos mueve la nostalgia, nos atosiga la canija necesidad (y también la canija necedad) de la memoria. En El Nuevo Amanecer participó la sociedad civil queretana de manera activa, crítica y entusiasta. Fue célebre la sección El Correo Semanal que, guardando las debidas proporciones, fue una versión de las redes sociales antes del internet. Debates serios, dimes y diretes, acusaciones, denuncias, pitorreos, aclaraciones pedidas y no pedidas, cuestionamientos tibios y severos, declaraciones de amor o de principios, de todo tuvo esta sección que no pocas veces concitaba mayor interés que el periódico en sí mismo.
Otro espacio vital y de encuentro comunitario que convocaba a periodistas, lectores, políticos de moda y de oposición, activistas y curiosos, fueron los aniversarios del semanario. En su primer año organizaron una súper fiesta, con pastel, comida, música y bebidas espirituosas, teniendo como invitados especiales a Carlos Monsiváis, José Álvarez Icaza y Pedro Valtierra. En el segundo hubo una celebración entre la sociedad civil, la clase política queretana y el gremio periodístico. El invitado especial fue el entonces jefe de información de la revista Proceso, Enrique Maza, quien entre otras cosas dijo: “Me cuesta mucho trabajo pensar que el periodismo pueda tener calificativos: periodismo democrático, crítico, de izquierda o de derecha. Para mí eso no es periodismo. Periodismo es simplemente informar, es decir lo que pasa en la sociedad. Periodismo es dar a conocer lo desconocido. Investigar lo que sucede”. Otro invitado relevante en esta misma ocasión fue Juan Angulo, Jefe de Redacción del diario La Jornada.
En muchos sentidos, a El Nuevo Amanecer se le puede inscribir en la tradición de la “pequeña prensa” mexicana, iniciada durante el siglo XIX. Esos “periodiquitos” de liberales beligerantes que, de manera seria o jocosa, desbrozaron el arduo camino de la libertad de expresión en México. En Querétaro los ancestros del semanario fueron los periódicos del siglo XIX Juan Lanas, El precursor, La voz del pueblo, La voz de Querétaro y El diablo verde, entre otros, pioneros del periodismo independiente. Uno de los cuales organizó el desconocimiento del gobernador en turno llamando a “elecciones libres”.
En el tercer aniversario se invitó a periodistas de otros estados y se propuso una red de periódicos independientes de provincia, siendo la consigna de este periodismo independiente “el control social sobre el poder”, figurando entre los invitados especiales Emilio Álvarez Icaza, quien lanzó la consigna ya citada; ahí mismo se formuló un reconocimiento a la actriz nacida en Querétaro Ana Luisa Peluffo, por su trayectoria de 40 años en el cine mexicano y a quien le tocó ser la primera en realizar un desnudo en el cine nacional, significando con este hecho un desafío a la hipócrita queretanidad. Pero, insistimos, no nos mueve la nostalgia, sino que nos atosiga la canija necesidad (y también la canija necedad) de la memoria.
El 2 de septiembre de 1998 apareció el último ejemplar del semanario. “El ejemplar que tiene usted en sus manos es el puente entre dos etapas de la historia editorial de El Nuevo Amanecer. Pone fin a la primera época, inaugurada el 21 de mayo de 1990. Por el alma plural que la alentó, el significado de estos años puede ser diverso según quién lo valore. Para los editores fue un gratificante recorrido por caminos inexplorados. Fue una modesta contribución a la nueva cultura queretana: quisimos servir como plataforma de denuncia; quisimos documentar la disidencia, la marginalidad, lo diverso y lo excluido; quisimos hacer uso del derecho a estar informados de lo que ocurre en los subterráneos de nuestra contradictoria sociedad; quisimos que nuestras planas sirvieran para el debate abierto; quisimos servir de atril para la crítica al poder en todas sus manifestaciones.”
Pero pasaron más de dos décadas de silencio de El Nuevo Amanecer, dos décadas en donde pasamos del encanto al desencanto por la democracia, donde vivimos la duplicación de la población en el estado y triplicamos sus problemáticas. Ejemplo de esto lo hallamos en la primera plana del 13 de diciembre de 1993, que como muchos otros, avizoraba un futuro próximo e incierto: El Narco en Querétaro al alza, advierte un diagnóstico oficial. Dos décadas en que la alternancia y las elecciones se volvieron rutina, a excepción de la lucha por la presidencia de la República, gracias al protagonismo del que quizá sea, para bien y para mal, el último gran político del siglo XX mexicano, el tabasqueño Andrés Manuel López Obrador. Su visita a la redacción del semanario en abril de 1996, por cierto, se inscribe en otra tradición que incluyó a personajes como Rosario Ibarra de Piedra, Javier Elorriaga, Porfirio Muñoz Ledo, Cecilia Soto y Baltazar Ignacio Valadez. Dos décadas en que los claros y oscuros de la realidad nacional se radicalizaron, la violencia en contra de las mujeres, la corrupción del Estado y la creciente desigualdad social, por un lado, y, por otro, las luchas estudiantiles y feministas que atenuaron la oscuridad de estos tiempos.
Y es que muchas noticias y contenidos que se plasmaron en El Nuevo Amanecer en sus ocho años y medio de existencia, han tenido una historia de larga duración que llega hasta nuestros días, como los movimientos sociales en torno a las problemáticas urbanas, contraculturales, a la expresión de la diversidad sexualidad, la disidencia religiosa, la ecología y el zapatismo. También las luchas sindicales y universitarias y la de organizaciones de colonos y comerciantes ambulantes como el FIOS/FIOZ y la Unión Felipe Carrillo Puerto.
Muchos de los que hicieron El Nuevo Amanecer esperaron por un buen tiempo la nueva etapa del semanario (en el camino se quedó el fallido intento de reaparecer en alianza con La Jornada, por ejemplo), pero al paso de dos décadas pareciera que el olvido se había impuesto.
Aquí está el fruto de los dos años que llevó el trabajo de digitalización. El lector contemporáneo podrá apreciar material muy valioso para la historia reciente de Querétaro. Para costear la talacha, consistente en digitalizar ese altero de papeles viejos, recurrimos al apoyo de la sociedad civil, que mediante bonos de solidaridad aportó lo necesario. Con esto fuimos fieles al origen de El Nuevo Amanecer, desde el entusiasmo, la autogestión económica, no exenta de carencias y apuros, y la independencia política.
Aparecen a continuación, en orden alfabético, los nombres de quienes aportaron para la construcción de la hemeroteca digital: Marcela Ávila-Eggleton, Carlos Germán Barraza Cedillo, Carlos Emilio Batista Jiménez, José Gerardo Bohórquez Molina, José Alfredo Botello Montes, Juan Antonio Camacho Ramírez, Fernando Corzantes Velázquez, Yalul Guadalupe Cruz Muñoz, Elsa Doria Martínez, José Luis Durán Olvera, Germán Espino Sánchez, Luis Alberto Fernández García, Julio Figueroa Medina, Ana Cecilia Figueroa Velázquez, Antonio Flores González, Jesús Flores Lara, Edilberto González García, José Luis González Godínez, Edmundo González Llaca, Gilberto Herrera Ruiz, Alfonso Antonio Jiménez Ramírez, Enrique Leonardo Kato Vidal, Nicanor López, Hernando Lozada Vargas, Carolina Alejandra Lugo Perales, Efraín Mendoza Zaragoza, Jaime Mendoza Zaragoza, Ramón Mendoza Zaragoza, Eduardo Miranda Correa, Celina Montes, Martha Gloria Morales Garza, Manuel Naredo Naredo, Jorge Nava Guerrero, Francisco Javier Osornio Méndez, Arturo Marcial Padrón Hernández, Jorge R. Patiño, Ramón Salas Fernández, Benjamín Salinas de la Vega, Sergio Jerónimo Sánchez Sáenz, Kevin Simón Delgado, Harlem Adriana Tapia Castañeda, Karla Vázquez Parra, Jovita Zaragoza Cisneros.
También hay que consignar el apoyo otorgado por Monserrat Serrano y Ana Lucía Mendoza Rosales para la creación del sitio web Querétaro: otras miradas, que es el nuevo alojamiento en línea del semanario.
Dos décadas después, hoy hemos construido el puente entre los tiempos a los que aludió la editorial de despedida en el último número del semanario. Pero insistimos, no nos mueve la nostalgia, nos atosiga la canija necesidad (y también la canija necedad) de la memoria.
Se presenta a continuación el cintillo con el directorio del semanario, correspondiente a la edición de inicio y cierre, así como algunas representativas de cada período. Aparecen los nombres de las personas que formaron la estructura directiva, reporteros, articulistas, moneros y fotógrafos, al inicio de cada año.