Marginal, en los linderos del fanzine y el diario personal, un panfleto para pensar el vendaval de nuestro tiempo. Una revista queretana, pero no tanto… Ni académica ni pandillera. Etérea y evanescente, un montón de hojitas que se divierten en el gran teatro del mundo. Entre la coyuntura y el largo aliento, rondar la periferia de la historia para reflejar la época e ir contra la época. Una revista contra el periodismo y sus costumbres, sin secciones ni pretensiones, sin periodicidad, sin nombre, sin madre. No se le nombra, se le describe, simplemente, como una revista loca que aparece, sí, cuando le dan ganas, como ahora.
Raúl Zibenchi
El Nuevo Amanecer de Querétaro documentó en sus páginas, siempre a contracorriente, el cambio de época que se vivió en la década de los noventa del siglo XX, que modificó profundamente la historia mundial, nacional y queretana, como la caída del muro de Berlín y con ella el colapso de un sueño llamado socialismo. También recogió las secuelas del fraude electoral de 1988 en México, que se vivieron como una herida abierta por mucho tiempo, y que aparecían como una sombra en casi todos los análisis políticos vertidos en sus páginas durante los casi nueve años de su existencia.